La leyenda de Sosa
CHICAGO — El dominicano Sammy Sosa vivió un emotivo reencuentro con la historia al ser exaltado este domingo al Salón de la Fama de los Cachorros de Chicago, en una ceremonia celebrada en el Wrigley Field. Su homenaje llegó acompañado de tributos en video, chaqueta conmemorativa, el lanzamiento de la primera bola y el tradicional canto de la séptima entrada, donde fue ovacionado por miles de fanáticos.
Sosa conectó 545 de sus 609 jonrones con los Cachorros, cifra que lo convierte en líder histórico de la franquicia. Es el único pelotero en la historia de MLB con tres temporadas de 60 cuadrangulares, además de ser siete veces All-Star, seis veces Bate de Plata y Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1998, año en que protagonizó la inolvidable carrera jonronera junto a Mark McGwire. También brilló en la temporada 2003, cuando Chicago se quedó a una victoria de la Serie Mundial tras 58 años de espera.
Después de dos décadas de distanciamiento por controversias, el cañonero regresó este año a la organización. “Jugué con entrega todos los días y me gané al público. Les di mucha felicidad y ahora me lo devuelven”, expresó visiblemente emocionado.
El aporte de Derrek Lee
En la misma jornada, los Cachorros también exaltaron a Derrek Lee, quien vistió el uniforme del club entre 2004 y 2010. Durante ese período fue dos veces All-Star, ganó dos Guantes de Oro y un Bate de Plata.
Su temporada más brillante llegó en 2005, cuando lideró la liga con promedio de .335, disparó 46 jonrones y remolcó 107 carreras. Ese año fue All-Star, Guante de Oro, Bate de Plata y terminó tercero en la votación al JMV de la Liga Nacional. Además, fue pieza clave en el equipo de 2008, que ganó 97 partidos y mantuvo vivas las aspiraciones de romper la sequía de un siglo sin campeonato.
Un reencuentro con la afición
La ceremonia reunió a Sosa, Lee y otras leyendas como Fergie Jenkins, Rick Sutcliffe y Kerry Wood, quienes acompañaron el momento conmemorativo. Ambos exjugadores recibieron placas en la pared del jardín izquierdo del Wrigley Field, un símbolo de su legado eterno con la franquicia.
Con este doble reconocimiento, los Cachorros celebraron a dos íconos que marcaron a una generación de fanáticos y mantuvieron viva la esperanza de un título en Chicago.